Del caos a la sencillez: voluntariado en una granja cafetera

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Del caos de la capital a la sencillez de la selva peruana: voluntariado en la Selva Central

Tumbada en la hamaca y escuchando cumbia peruana me pregunto por qué no todos los días podrían ser así; en conexión con la naturaleza, viviendo una vida sencilla y humilde y aprendiendo sobre una nueva cultura para mí.

Llegar aquí no fue nada fácil, las comunicaciones en carretera no son muy buenas y las montañas no ayudan a llegar antes pero valió la pena el camino. De Lima a Yurinaki (7 horas), de Yurinaki a La Florida en moto (tres personas, con mochilones incluidos) y otra hora más hasta llegar a la granja de café en moto por un camino infernal de tierra y piedras. Pero como siempre el camino es lo que haces de él.

Voluntariado en granja cafetera en Perú

Esta vez me toca a mí elaborar el café, esa bebida que siempre me acompaña y que he tomado de tantas formas distintas; café helado en Tailandia, puro en Filipinas, con leche condensada en Vietnam… y ver todo el proceso, o mejor dicho parte del proceso que lleva el líquido preciado desde la mata a la mesa me hace valorarlo más.

El tiempo pasa más lento cuando solo tienes el sonido de las chicharras o de los campaneros, un bicho más grande que hace incluso más ruido que el anterior y el aroma a café recién molido te acompaña cada mañana.

El tiempo se desliza por la cornisa de este clima tropical de otra forma cuando solo tienes la luz natural para guiarte. La vida pasa más despacio cuando no se oye tráfico, ni se respira contaminación y se desprende tranquilidad y sosiego. La vida es más vida en la naturaleza.

Nos enteramos de esta oferta de voluntariado a través de HelpX, una plataforma para intercambiar trabajo por alojamiento y comida. Necesitábamos un respiro de la gran ciudad. Lima casi acaba con nosotros pero supimos irnos en el momento indicado.

La vida en la selva

Alguna diarrea que otra y miles de picaduras de mosquito me acompañan en esta, la selva central y aunque no es algo que me encante, disfruto de la experiencia con su todo; aprendiendo sobre hierbas medicinales y comida de la zona.

Cómo hacer voluntariado en Perú

Un día nos sorprenden con zamaño recién cazado, un roedor típico de la zona, considerado un manjar en todo el país. Casi me da algo al levantarme y ver al amigo colgado ahí; esa especie entre perro y rata grande.

el zamaño es un roedor que se come en Perú

Otro día, nos invitan a un plato llenito de campaneros fritos cazados por los niños; unos bichitos que hacen un ruido entre galáctico y chirriante. Aparentemente son fáciles de coger, con un palo y una bolsa en el borde es suficiente. De noche si los alumbras con una luz se caen al suelo desde los árboles y puedes cogerlos sin problemas.

Selva Central voluntariado Perú

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No los probamos y la verdad es que no nos quedamos con las ganas. Me suelo atrever con estas cosas pero era demasiado grande ese bicharraco, con esas alitas grandes… Siempre hay un límite.

Tareas de voluntariado en la granja de café

Nuestro trabajo consistió, por la época (octubre), en hacer un vivero para cultivar más plantas de café para la siguiente cosecha. Depende de la época del año en la que lleguen los voluntarios, aprenderán tareas distintas.

En la época de recolección de café (abril y mayo) es cuando hay más trabajo en la granja y por tanto, necesitan más voluntarios.

Personalmente me encantó aprender a tostar el café, a saber cuándo está listo sin estar quemado y a molerlo para tomarlo después o simplemente meter la mano en un saco lleno de granos de café.

Voluntariado en la selva peruana

Y descansar, descansar de la ciudad y desintoxicarnos, solo teniendo a la naturaleza como testigo.

Cómo hacer voluntariado en Perú

Selva Central de Perú: la Cascada de Bayoz

Recorremos la zona en nuestro día libre y descubrimos la cascada de Bayoz, que aunque es muy turística, nos alivia momentáneamente el calor. Nos damos cuenta de que los lugareños son pudorosos y se siguen bañando con ropa (incluso los jóvenes). A nosotros nos da igual y ¡al agua, patos!

Catarata Bayoz en Perú

Disfrutamos de la selva; de su tranquilidad, de su olor a café y de su clima agradable y la dejamos atrás. Nos vamos a la siguiente aventura, lejos de la selva y de los mosquitos…

Datos para hacer voluntariado en una granja cafetera en la selva central de Perú

Si queréis hacer voluntariado en la selva central de Perú en la misma granja cafetera en la que yo estuve, podéis poneros en contacto directamente con ellos y hacerles llegar la propuesta con vuestras fechas disponibles.

Recordad que el trabajo no es remunerado sino que es voluntariado y como tal es un intercambio de trabajo por alojamiento y comida. Aconsejo escribirles con un tiempo prudente para la organización de voluntarios.

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¿Te gustaría hacer un voluntariado en la Selva Central de Perú?

Hacer voluntariado mientras viajas es una experiencia enriquecedora (si cuentas con una actitud abierta, claro). Participar en este proyecto de voluntariado en la Selva Central de Perú es una muy buena oportunidad para conocer el ciclo y proceso del café, además de convivir con una familia peruana y aprender sobre su cultura.

Datos para participar en el voluntariado:

  • Nombre: Isaias Vasquez

  • Email: cafespenablanca@gmail.com

 

 

 

6 respuestas a “Del caos a la sencillez: voluntariado en una granja cafetera”

  1. Guapa!!Qué buenas historias aunque me has matado con esa rata-perro…qué horror!!
    Para una cafetera como yo sería el paraíso, me encantaría aprender todo el proceso 🙂
    Te sigo!!
    Un besazo 😉

    1. Jajajaja esa rata-perro se la comen en muchos países de Sudamérica. Sabe a conejo aunque no fui muy fan de comerlo. El café es otra historia, ojalá te pudiera mandar un poquito =) ¡Un besazo!

  2. Magnifico, una parada en la selva central para purificar nuestro pulmón, gracias chicos por compartir un tiempo con nosotros…
    Abrazos

  3. Excelente, pero que lastima que no probaste esas delicias que te brindaron yo quisiera un plato de cada uno en estos instantes, delicias 😇

    1. Hola, Catherine:

      ¿Sí? ¿Tan buenos están? No me llamó mucho la atención que fueran crujientes por fuera y blanditos por dentro, la verdad.

      ¡Un saludo!

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